En un convento convivía un número de monjes expertos en lógica.

Los monjes estaban juntos solamente en el almuerzo, y ese era el único momento del día en que se veían unos a otros.

Los monjes no podían hablar entre sí, ni hacerse gestos, muecas o señas de ningún tipo, en ningún momento.

Por otra parte en el convento no existía ningún tipo de superficie que reflejase en forma alguna, no era posible para los monjes ver un reflejo de sí mismos.

El 15 de julio de 1890, un enviado del Vaticano se presentó durante el almuerzo. Traía una proclama diciendo que el Vaticano sabía que un número de monjes tenían una enfermedad mortal incurable e incontagiable, cuyo síntoma era la aparición de un diablillo rojo en la frente del enfermo.

El diablillo era impalpable al tacto.

El Vaticano ordenaba que, una vez que un monje estuviese absolutamente seguro que estaba enfermo, se suicidase a la mañana próxima siguiente al momento en el que estuviese seguro.

Unos documentos encontrados posteriormente testifican que todos los monjes enfermos se suicidaron (todos juntos) el 31 de julio de 1890.

¿Cuántos monjes se suicidaron?